Pensamiento mágico y psicología positiva
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Rafael Mies
El pensamiento mágico es un recurso psicológico por el cual uno tiende a creer que las cosas van, o no van, a suceder con independencia de las acciones personales que se hagan al respecto. El pensamiento mágico más corriente se identifica con actos temerarios como conducir a gran velocidad, o la transgresión de normas y estar convencido que nunca sucederá algo malo o que no se pueda superar.
Ahora bien, esta no es la única forma de pensamiento mágico. Existe otra, de un carácter más pesimista, que subraya el hecho que para una persona normal resulta imposible, y carente de sentido, esforzarse por promover cambios sociales u organizacionales ya que estos se mueven por fuerzas que trascienden con creces el impulso particular.
Frases típicas de esta manera de pensar son: "Esto va a suceder igual, no hay nada que tú puedas hacer al respecto", "de qué sirve esforzarte por algo si igual va a pasar esto o aquello". En estos casos el discurso se disfraza de cierto "realismo" pero en el fondo esconde una suerte de fatalismo y amargura.
Es cierto que cuando uno se detiene a escuchar el discurso público y a observar con calma las grandes tendencias, pareciera que existen pocas razones para que un individuo se anime a promover cambios con un real impacto en la gente y en su propia felicidad. El pensamiento mágico pesimista fácilmente puede convertirse en un canto de sirenas que hace encallar las naves de la responsabilidad que cada persona tiene sobre su destino.
Sin embargo, la verdad es otra. Las personas, a nivel individual, sí pueden realizar acciones con un alto impacto en terceros y es lo que a diario vemos en gente que pone todo su esfuerzo en causas que para muchos parecen perdidas. Obras sociales de relevancia, emprendedores, pobladores que se transforman en líderes. Estamos llenos de ejemplos de individuos que no se han dejado seducir por esa suerte de fatalismo. Lo más interesante es que en su mayoría no se trata de seres extraordinariamente dotados, sino de personas que han sido capaces de centrar sus esfuerzos en los valores y las características positivas propias que las distinguen como tales.
Esto es precisamente lo que nos enseña la psicología positiva y puede ser, en los tiempos que corren, una gran herramienta de transformación personal. Se trata de poner el foco de la acción en las fortalezas personales, lo que somos capaces de hacer y lo que nos hace felices, y dejar de mirar con tanta obsesión nuestras debilidades. No significa no hacerse cargo de nuestros defectos sino de no poner toda la energía disponible en ellos.
El cambio que está ocurriendo en nuestro país es enorme y frente a él gran parte de nuestra sociedad y también muchos líderes empresariales permanecen atónitos. Como dormidos bajo esta mentalidad mágica del devenir. Resulta muy necesario entonces cambiar el switch y mirar la realidad desde una perspectiva positiva, donde cada uno sea capaz de convertir sus talentos en una fuente infinita de riqueza, creación, colaboración, ambiente grato de trabajo, etcétera.
Como dice una persona que admiro, "basta con que para mí signifique algo importante lo que hago, para sentirme vivo, que formo parte y que soy feliz".